El pasado jueves 22 de Mayo, Almudena Grandes visitó la Casa
Museo Galdós en Las Palmas de Gran Canaria, deleitándonos con su forma de pensar, de escribir y de vivir.
Se autodefinió como una hooligan de Galdós, al que adora por
su forma de escribir. Cada vez que hablaba de él o de alguno de sus personajes,
le brillaban los ojos. Para ella es su referente, su maestro, su ídolo. Ha
copiado su idea de los Episodios Nacionales, y con mucho respeto a su escritor
favorito, está creando los suyos propios, en una España de posguerra que posee
infinitas historias que merecen ser contadas.
Dice estar unida sentimentalmente a Las Palmas de Gran
Canaria, pues sus dos grandes amores fuera de su familia fueron Don Benito y el
Doctor Juan Negrín. ¡Casi nada!
Gran conversadora, habló de muchas cosas. Para ella, la gran
revolución del siglo XX fue el feminismo, que luchó por la igualdad entre
hombres y mujeres. Ahora, aunque parezca increíble, las mujeres tienen que seguir
luchando, no pueden dormirse. El problema que se plantea, es averiguar “el cómo”,
pues en muchas parcelas sociales estamos caminando hacia atrás, perdiendo
derechos. Para ella, estamos en el Post Feminismo, y hay que seguir batallando
para que se nos escuche a todas, en todas partes.
Le preguntaron que qué pensaba de la literatura femenina.
Para ella, este es un concepto erróneo. No
se debería hacer esa distinción, hay buena o mala literatura, punto. Da
igual si lo escribe un hombre o una mujer. Ella apuesta por la buena
literatura.
Su primera novela, “Las edades de Lulú”, la dio a conocer,
abriéndole muchas puertas. Novela erótica, tan de moda hoy en día, le daría mil
vueltas a las sombras que pululan hoy por las librerías de medio mundo. En su
segunda novela, quiso demostrar que sabía de letras, usando muchos adverbios,
que ahora le hacen daño a los oídos. En sus comienzos, trabajó escribiendo por
encargo para editoriales. Era lo que hoy se conoce como un “negro”, escribiendo
para otros. Eso le dio callo para aprender el oficio. Hoy, escribe lo que
quiere. Eso sí, dice ella, respetando a mis lectores y a mí misma. Es una de
las pocas mujeres de este país, que vive de la literatura.
Destacó la importancia de la estructura de la novela, la gran
olvidada para Almudena Grandes. Nombró a muchos autores, muchas novelas pendientes por
leer. Y para los que escriben, citó una frase de Tolstoi: “El estilo debe ser
más limpio que brillante”. Tomen nota, queridos escribanos.
Hija y nieta de poetas aficionados, leía desde muy pequeña. Cuenta,
que un verano en la Sierra, ya no tenía nada que leer, pues se gastó los
ahorros en la feria del libro, devorándolos en un par de días. Aburrida,
encontró en la casa de su abuelo, unos tomos gordos y rojos con la cara de Don
Benito Pérez Galdós, y en ese momento, se hizo galdosiana de por vida. Lo
primero que leyó fue “Tormento”, que la cautivó desde la primera línea.
Intentaron sonsacarle temas políticos, para que dijera lo que
pensaba. Muy prudente al respecto, no quiso mojarse mucho, no se fuera a
empapar. Colchonera hasta la médula, siempre fiel al Atlético de Madrid, como
su gran amigo Sabina. Fútbol y literatura no tienen por qué ser incompatibles.
Yo llegué a Almudena Grandes desde muy jovencita. Seguí su
trayectoria desde su primera novela. Leía sus artículos de El País, y más o
menos la iba siguiendo. Desde pequeña me gustaba escribir, y ella, representaba
un ídolo para mí, un buen ejemplo a seguir. Una teme acercarse a esos escritores
que te gustan, por miedo a que cuando hables con ellos, sean antipáticos, o
peor aún, soberbios. Siempre quise conocerla, y he de confesar que me entró un
ataque de timidez galopante cuando hablé con ella.
Cansada, agotada, estuvo hasta el final firmando a sus fans,
seguidores incondicionales que leen todo lo que ella escribe. Yo dejé de
leerla, le fui infiel con múltiples escritores. Hoy vuelvo a ella, con ganas de
leer las novelas que me faltan, esperando (como dice ella) que me conmuevan. Salí
de la charla, con muchas ganas de leer a Galdós, buena literatura del pasado,
muy acorde con los tiempos que vivimos.
Me encantaría poder compartir con Almudena un almuerzo o una
cena, para poder hablar de muchos temas, de buena literatura, de la vida. Llegué
a mi casa con un nuevo sueño hecho realidad: haber conocido a Almudena Grandes,
una mujer asequible, cercana y humilde. Hace honor al apellido que lleva.
Para finalizar, sonriendo, nos dijo: “con el paso de los
años, estoy más gorda y con más arrugas, pero me siendo poderosa. Escribo lo
que quiero y ya no se me revela ningún personaje, mandó yo en todo el texto.”
Durante la charla, se escuchó un gran golpe, que silenció la
sala. No pasa nada, dijeron. A los cinco segundos, otro estruendo nos dejó en
silencio otra vez. ¿Sería el espíritu de Don Benito?
Manuela Guimerans Ferradás
Gracias por compartirlo. Yo admiro a Almudena Grandes y me ha encantado su idea de los Episodios Nacionales, me recuerdan a mi abuelo mucho, mucho. En el primer libro me enamoré del protagonista tanto como Inés, si no sabéis de que hablo, tendríais que leerlos.
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